domingo, 2 de octubre de 2011

OCTUBRE EN BOLSA

Analicemos cual es la evolución del mercado americano en el mes de octubre.
La rentabilidad promedio del mes de octubre es del 0,7% frente el 0,8% de todos los meses.
El total de meses de Octubre con rendimiento positivo ha sido del 63,0% frente 61,7% del conjunto de meses.
 A pesar de la "mala imagen" que tiene octubre en bolsa, debido al mal comportamiento en 1929, 1987 y 2008, lo cierto es que la evolución promedio se ajusta mucho a la evolución total del mercado.

Octubre de 1929
La última semana de octubre de 1.929 se produjo la hecatombe. Hubo sobre todo dos jornadas de auténtico pánico: el día 24, cuando casi 13 millones de títulos fueron vendidos, y especialmente el 29, en que se negociaron 16,5 millones de títulos. Muchas familias estadounidenses vieron cómo de un soplo se desvanecían todas las ganancias que habían acumulado en los 18 meses anteriores.
Se cumplía así el principio de que lo que sube baja. Pero como otro principio dice que lo peor puede empeorar, aún quedaba más, y la caída de la Bolsa neoyorquina persistió hasta el 8 de junio de 1.932, en que tocó fondo. Ese día, el índice de Wall Street marcaba una octava parte de la que había sido su máxima cotización.
El martes 29 de octubre fue el día más devastador en la historia de la Bolsa de Nueva York y, posiblemente, el más devastador en la historia de todos los mercados. Todo lo peor de todos los días anteriores se dio apretada en él", escribe John Kenneth Galbraith en su libro El crac del 29.
El mecanismo que desencadenó la caída, con un efecto de bola de nieve, fue que, durante los días de euforia especulativa, los inversores habían comprado acciones mediante préstamos que estaban garantizados por esas acciones que adquirían. Cuando el valor de éstas comenzó a bajar, los prestamistas vendieron los títulos depositados en garantía para recuperar al menos una parte de las cantidades prestadas, lo que no iba a hacer más que acelerar la caída.
La mañana del jueves 24 de octubre de 1.929, una multitud se arremolinaba en Wall Street, donde el mercado era un tumulto de vendedores: los precios no hacían más que bajar y, a las once de la mañana, el pánico invadió la Bolsa. La policía avisada de que algo raro estaba ocurriendo, acudió para mantener el orden. Pero el aspecto de aquellas personas no era el de unos agitadores, sino que sus rostros denotaban una especie de horrorizada incredulidad ante el desplome bursátil.
Para evitar incidentes entre los inversores y los curiosos que se habían acercado a Wall Street, a las 12:30 se ordenó desalojar las dependencias de la Bolsa reservadas al público. Uno de los que debieron salir a la calle era Winston Churchill, ex-ministro de hacienda británico, que estaba en América de visita y dando conferencias. Churchill se admiró del orden y la calma que, dada la gravísima situación, mantenían los especuladores.
Ante el desplome, al mediodía, los cinco banqueros más importantes del país decidieron sostener el mercado y dieron órdenes de compra. Dijeron que las bases de la Bolsa eran firmes y que la caida se debía a correcciones técnicas. Su actitud tranquilizó los ánimos y contuvo los precios.
Pero la calma duró poco, pues el lunes siguiente, día 28, la situación empeoró. Y el 29, martes negro, las pérdidas equivalían a las ganancias de más de año y medio. Ese día, los banqueros se reunieron dos veces, pero su intención ya no era sostener el mercado, pues estaban vendiendo. Habían aceptado que algo iba mal en la economía y que los problemas no eran técnicos.

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